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Sunday, March 11, 2007

Conversaciones de ascensor

Existe un tópico muy extendido sobre las conversaciones que se dan en un ascensor entre dos vecinos, y es que siempre se acaba hablando del tiempo. La situación es la siguiente: te encuentras solo en el ascensor con algún vecino y la primera pregunta obligada después del “buenos días” es “¿a qué piso?”. Tras esta primera toma de contacto con nuestro compañero de cubículo se hace un silencio sepulcral durante el cual descubres que tu oído es capaz de captar la respiración del vecino, que tienes tres llaves en tu llavero las cuales cuentas varias veces (calle-buzón-casa), o que los botones que marcan cada piso cambian de color al ir subiendo y es divertido contemplarlo. De pronto uno de los lo dice, “¿vaya tiempo eh?”, a lo cual debe responderse la ya sabida “pues dicen que va a cambiar”. Más o menos las cosas funcionan así dentro de un ascensor, yo intenté romper el tópico hablándole a mi vecino sobre la batalla de las Termópilas pero la cosa no funcionó y rápidamente redirigí nuestra amable conversación con un “este frío no es normal”.

De todo lo que acabo de decir podemos sacar dos conclusiones. Primera: el ascensor acrecienta nuestro interés por la meteorología. Y segunda: las conversaciones en un ascensor suelen ser superficiales, no nos permiten conocer a la otra persona. Bien, ahora uno puede pensar a qué viene lo del ascensor, así que allá voy. La sociedad actual, los medios de comunicación, el cine, la literatura y demás nos conducen a que nuestro trato con los demás sea como en un ascensor: superficial.

Fuera del ascensor el abanico de temas se amplia un poco (no mucho) pero podemos decir que se reduce a los móviles, la ropa, salir de fiesta y dos o tres cosas más (el fútbol también por supuesto). De esta forma se puede llegar a pasar un buen rato hablando con otra persona sin llegar a conocerla en absoluto, y aquí es donde está el problema, nuestra vida y nuestro trato con los demás se ha vuelto superficial. El peligro es enorme ya que tanto la amistad como el noviazgo, por poner dos ejemplos importantes, se verán afectados por el síndrome ascensor con nuestro fracaso en ambos campos casi asegurado. Así que descubrimos una gran verdad, que es preferible la calidad a la cantidad; una conversación breve con un (o una) adolescente en la que simplemente nos diga qué quiere estudiar, qué le gusta hacer en sus ratos libres o si le tiemblan las piernas cuando se cruza con esa chica o ese chico, nos permite empezar a descubrir con quién estamos tratando, en definitiva le empezamos a conocer. La ropa, el móvil que uno lleva o si es del Recreativo de Huelva no nos dan muchas pistas sobre alguien, igual que haber leído Oliver Twist no hace que conozcamos como son todos los huérfanos del mundo. Por eso debemos procurar salir de ese ascensor, caverna platónica si se quiere, y procurar que nuestras conversaciones, nuestro trato con los demás sea de calidad, que nos atrevamos a darnos a conocer y a conocer al otro. Para romper el hielo y empezar una conversación siempre nos quedará El Tiempo.


Alberto Ribes
Artículo publicado en http://www.educaresfacil.com